sábado, 2 de mayo de 2009

Lección 9: ¿Cómo predicaré? a. ¿En qué forma les predicaré?


Lo tercero que debe preguntarse el predicador es: ¿en qué forma les voy a predicar?. Esta pregunta la responderemos abordando varios aspectos. Como pastores es necesario que entendamos que todo lo que Dios hace a favor de los hombres lo hace en combinación con éste mismo. Factor divino y humano se conjugan para hacer del propósito de Dios algo real en la vida del hombre.
El descuidar el factor humano escudados detrás del factor divino es una presunción que no hace mas que manifestar la irresponsabilidad del predicador y su indiferencia a la dignidad de su trabajo. Descuidar el factor divino, apoyándose solo en el factor humano es una pretensión que solo acarreará ruina. El hombre solo es impotente e incapaz de alcanzar las metas espirituales prescindiendo de Dios.
La intención de todos es ser buenos predicadores. De esto se desprende algunas reglas sencillas, pero importantes, que cumplir:

1. Debemos cultivar y pulir un estilo propio.- En Homilética el estilo es la forma peculiar que tiene cada predicador para exponer el mensaje. Podemos decir, que cada persona tiene su propio estilo. Quizás no esté del todo pulido, cultivado, pero lo tiene. Debe ser la preocupación de todo predicador cultivar y pulir su propio estilo. En ocasiones nos dejamos engañar cuando vemos a otros predicadores predicar en cierta forma que nos llama la atención. Nuestra tendencia es querer imitarle, renunciando al propio. Esto es un error. Todo estilo es la manifestación del propio carácter y personalidad del predicador, de tal forma que el querer imitar a otros, es como renunciar al traje propio, que le queda a la medida, para ponerse otro que no es de su talle. Cada uno se ve bien con su propio traje. Es necesario, pues, cultivar y pulir el propio estilo al predicar. Para esto, alguna orientaciones sencillas nos podrán ayudar:
a) Predique con naturalidad espontánea.- Al descubrir su propia forma de predicar, perfecciónela por medio de la práctica, no trate de forzar nada que no sea propio. Deseche eso. Tome lo de usted y dele forma propia.
b) Adopte, ejercite y cultive un lenguaje propio ACORDE A LA DIGNIDAD DEL MENSAJE QUE PREDICA.- No cambie su forma de hablar, púlala. Para esto puede pedir ayuda a otros. Puede gravar también sus mensajes. Cuando otro le oye o cuando usted se oye, le ayuda a darse cuenta de sus errores, las palabras mal dichas y otros factores negativos que impiden su lenguaje propio, fluido y perfeccionado. Claro que para esto, hay que tener madurez para dejarse enseñar y humildad para ir el consejo.
Si usted está dispuesto humildemente a la crítica constructiva, otros le ayudarán a ir eliminando lo que no sirve y dejando y usando lo que sirve de usted. Todo es superable con la ayuda de Dios.
Algunas de las prácticas recomendable es leer en alta voz por tiempo prolongado. Esta actividad debe hacerla despacio, tratando de pronunciar bien cada palabra, muy especialmente la lectura de la Biblia.
c) Partiendo del principio ¿a quién predicaré? usted podrá adaptar su lenguaje al tipo de personas a quienes les va a predicar.- Recuerde que el lenguaje vulgar es de mal gusto, porque todos esperan que las palabras del predicador sean diferentes. Cabe la posibilidad de contar algún dicho jocoso que despierte la mente y el interés de la congregación, pero aún en esto debe tener tacto y moderación. No podemos hacer del mensaje de Jesucristo un programa cómico. Todo tiene un lugar y un límite. No abuse.
Es cierto que hay algunos predicadores (pocos) a los cuales les encaja más sus anécdotas jocosas. Pero recuerde que no todos lo pueden hacer. Las gentes están acostumbradas a oirlo así. Dios lo usa así. Su forma natural es esa y así tiene éxito. ¡Pero tenga cuidado usted que no es gracioso!
d) Module la voz de acuerdo al lugar donde predica.- Si usted está en un lugar pequeño, donde la congregación la tiene cerca, es innecesario predicar con voz muy alta. Debe moderarse. Recuerde que la gritería no es símbolo ni de espiritualidad ni de unción, tampoco garantiza el respaldo de Dios. Si está en un lugar amplio y sin amplificadores, es permisible predique de tal forma que todos oigan, aunque es recomendable el uso de micrófonos y amplificadores para alivio de la garganta del predicador.
Es muy importante, para que usted pueda hacer uso correcto de su voz, entienda que el instrumento principal con el cual trabaja el predicador es, precisamente con su voz. Este es el vehículo que ha de utilizar el Espíritu Santo para dar a conocer el mensaje de salvación y edificación. Por lo tanto, el cultivo de una voz agradable debe ser uno de los motivos de la preocupación de cada predicador.

Usted puede gozar de plena salud , sentirse fuerte y animoso, pero si pierde su voz es nulo en el desempeño de su trabajo. Debe saber aprovechar su voz en forma provechosa Siempre se aconseja al predicador que comience a predicar en voz normal y moderada. Subiendo o bajando el volumen de acuerdo al énfasis que quiere darle a sus palabras o el efecto que quiere hacer surtir en la congregación. Si comienza en alta voz y la mantene así, traerá por consecuencia diafonía inmediata. Si predicando baja la voz, por anomalías fonales, hace un marcado contraste entre el ímpetu primero y la decadencia postrera., influyendo de una forma negativa en el auditorio.

e) La buena pronunciación de las palabras.- Este es otro aspecto importante en la locución. Lamentablemente hay predicadores a los cuales no se les entiende lo que predican: ya sea por la velocidad con que salen sus palabras o porque sus palabras no salen terminadas. Sus lenguas indóciles e indisciplinadas no les permite una pronunciación correcta. El balbuceo, el gagueo, las palabras entrecortadas menoscaban el mensaje de Jesucristo. No importa cuan bueno sea lo que usted predique si las gentes no lo entiende. ¿Hay solución para esto?. Sí. La lectura despaciosa, en alta voz, tratando de pronunciar correctamente cada vocablo, teniendo en cuenta las “R”, las “S”, las “L”, etc. La práctica constante de este tipo de lectura le ayudará a conseguir fluidez, buena pronunciación y buena dicción.

f) Por último, la entonación en su locución.- Es bueno tener en cuenta que este factor ha hecho fracasar buenos sermones. Una locución monótona es cansona y produce un efecto sedante. Las gentes, o se te duerme o directamente se van. Es necesario dar vida al mensaje con los cambios de voz. El énfasis en las afirmaciones, la entonación de las negaciones, la manifestación de alegría y tristeza, la entonación de las interrogantes y el vigor de las exclamaciones.... todo esto transmitido a través de una buena dicción hace del mensaje algo vivo, dinámico, lleno de candor y fuerza.

2. De las gesticulaciones del predicador.- Los gestos moderados, sincronizados, dan énfasis y expresividad al mensaje. Los gestos pueden convertirse en el eco de sus palabras, respaldándolas, si son expresados sabiamente. En el caso de los predicadores, decenas de ojos están puestos sobre él; mientras que él, con sus dos ojos, tiene que mirar a decenas de personas. Con esto quiero decir que el predicador tiene que evitar toda gesticulación que ponga en tela de juicio su carácter masculino. Los gestos afeminados matan a cualquiera, pero especialmente al predicador. El siervo de Dios tiene que hablar como hombre de Dios y actuar como hombre de Dios, pero con su masculinidad bien definida.
En el caso de que sea mujer la que predica, se debe portar femeninamente y debe saber que ciertas formas fuertes y bruscas, movimientos fuera de lo común no se adaptan a su carácter de mujer predicadora. Se espera de la mujer que sus palabras sean con autoridad, pero conservando todo el matiz femenil que debe caracterizarla.

La observación me ha hecho ver algunos errores que se cometen a causa de los excesos, por una parte y por la otra a causa de la extrema sobriedad. Analizaremos algunos de ellos, solo con el propósito de que nos sirva de advertencia y nos ayude a ubicarnos adecuadamente de trás del púlpito. Ejemplos, Está el tipo de predicador al cual lo podemos denominar como:

BOXEADOR.- Esta es el que se “faja” con el púlpito a golpe limpio. Cada palabra va respaldada con un golpe y las que faltan las suple con otro golpe. El púlpito se convierte en el “puchimbá” * donde van a parar los golpes. Por regla general sale con los dedos quebrados y manos inflamadas y por fin nada. Los golpes en el púlpito no convencieron a nadie. Le sigue el:

PELEÓN O RETADOR.- Este se caracteriza por sus gesticulaciones exageradas. Lo que le es imposible decir con palabras quiere trasmitirlo con sus gestos, pero nadie lo entiende. Si lo contemplamos de lejos nos da la impresión de que está peleando con las gentes o retando a la multitud. Está también el predicador:

PAYASO.- Éste, para llamar la atención hace una serie de muecas con la cara, realiza acciones extravagantes que lo que produce es risa. Es prolífero en cuentos y anécdotas jocosas. Su mensaje es inconsistente, no enseña nada. Ellos darían más la talla actuando en un circo que detrás del púlpito. Le sigue el predicador:

EQUILIBRISTA.- Este se pasea por encima de los bancos haciendo “pininos”, se sube sobre alguna mesa para dar una voz y hasta es capaz de hacer del púlpito una plataforma sobre la cual predicar sin caerse. El que lo oye y ve, le da la impresión de que está mirando una función circense. Está también el tipo de predicador:

CORREDOR.- Este se desplaza por los pasillos del templo a velocidades lumínicas. Cuando las gentes salen del templo, no salen hablando de las bendiciones del mensaje sino de la agilidad y habilidad deportiva del predicador.
Es permisible que el predicador se mueva con libertad en la plataforma, aún, baje de la plataforma y camine por los pasillos identificándose con la congregación si lo siente hacer pero use de cordura y no se vaya al extremo. Por último tenemos al predicador:

MOMIA.- Tan inexpresivo, tan pasivo, que tal parece, cuando está predicando, que estamos de turistas en el Museo Británico, contemplando a Tutankamon.

Podemos accionar, movernos, utilizar nuestros gestos como formas de expresión pero el sentido común nos marcará el límite entre lo permisible y lo ridículo. DEMOS EXPRESIÓN EXTERNA A NUESTRAS IMPRESIONES INTERNAS DE TAL FORMA QUE TRAIGA HONRA ETERNA A NUESTRO SEÑOR.

3. El uso de nuestros ojos.- La vista es otro instrumento, que bien utilizado puede ayudar al predicador a llegar a la congregación. ¿En qué forma?. No detenga la vista en un punto fijo del local donde está predicando, quizás el techo, o algún objeto, ignorando a la congregación que tiene delante. No coloque la vista permanentemente en alguna persona determinada en el congregación como si fuera la única persona presente. Más bien pasee la vista confiadamente a través de toda la congregación, dominándola con su mirada. En esta forma la congregación sentirá que usted los tiene en cuenta. Además estará al tanto de la reacción de las gentes a tu mensaje. Podrás observar si la congregación está cansada, desanimada, con falta de atención y esto te ayudará a adoptar la forma más pertinente con la ayuda del Espíritu de Dios para sacarla de ese estado. Dé expresividad a su vista y ellos sentirán los efectos. Recuerde que la mirada es el segundo lenguaje, apréndalo a usar para la gloria y honra de Dios.
Las hermanas que predican deben regirse también por los mismos principios antes considerados, pero aplicados en forma particular a su condición de mujer. Ella debe, en todo momento, mantener sus expresiones femeniles en todo momento. Debe evitar actitudes, formas que confundan a otros. Sea sabia y sobria.

4. El predicador debe ponerle atención a su apariencia personal.- Este aspecto abarca dos áreas: Vestuario y compostura.

a) Vestuario.- ¿Cómo debe vestir el predicador cuando se presenta ante el público? La respuesta a esta pregunta está acondicionada a la cultura e idiosincrasia del lugar donde desarrolla su ministerio. Debe compenetrarse bien con la forma de vestirse del lugar y en lo que sea posible adaptarse a ello para no chocar con la cultura y formas. Por ejemplo, en una Iglesia de campo, donde los hermanos vienen al culto con ropas humildes, resulta chocante para ellos el ver al predicador de traje, cuello y corbata, mientras ellos, en contraste, usan ropas sencillas. Como predicadores, estamos llamados a descender en este caso. Usted va allí a predicar la palabra y ser de bendición a las gentes del lugar y no a hacer de maniquí para una exhibición de modas de última hora. Usted debe presentarse con discreción, de igual a igual, como exige el espíritu del evangelio. (1 Cor. 9:15-23).
Si usted va a predicar un domingo a una Iglesia de la ciudad, donde las personas asisten al culto bien vestidas, resultaría chocante si usted se presenta ante ellos con una ropa simple, deteriorada y con rasgos evidentes de vejez. Quizás usted no tiene otra cosa que ponerse, pero es bueno que vaya pensando en ir orando a Dios para que le supla un buen traje para estas ocasiones. Dios lo hace, ¿por qué no?. Él quiere que usted luzca bien.
El predicador debe presentarse ante la congregación a tono con ellos. Muchos grandes evangelistas de renombre, cuando predican en países ajenos al suyo, adoptan el vestuario del lugar como símbolo de identificación con ellos.

b) Compostura.- Esto tiene que ver con el aseo y aliño personal. Debe tener cuidado con los malos olores que expele el cuerpo cuando no está bañado y desodorizado. Antes de predicar debe bañarse, usar desodorante y si es posible perfumarse. Vístase bien de acuerdo a los principios establecidos. Limpio, ropa planchada. camisa por dentro, abotonada, bien peinado, cara seca. Una cara brillante por la grasa normal del cuerpo no luce bien. La transpiración chorreando por la cara mientras predica luce feo. Por esto debe utilizar pañuelo para secarse el sudor producto del calor. Mantenga su forma ante el público.
Si es mujer, debe aplicar y adaptar los mismos principios para su aplicación personal. Debe presentarse bien vestida, elegante, honestamente y con pudor y sin rayar a lo extravagante.

5. Formas de entregar el mensaje.- Hay varias formas de entregar el mensaje:

a) Mensajes sin apuntes ni notas.- A esto es a lo que llamamos mensajes de memoria. Hay predicadores que tiene una memoria privilegiada y pueden predicar sin notas ni bosquejos y lo hacen bien. Algunos, menos capaces, lo toman como excusa para improvisar sermones solamente. A éstos no se les puede oír, no saben lo que dicen. Hablan cualquier cosa que se les ocurra en el momento expresando ideas inconexas. El primer ejemplo es producto del estudio previo y concienzudo de la Palabra de Dios y aplicando una habilidad personal. Ideas bien elaboradas previamente, compenetración con un plan y bosquejo bien hecho en su mente. Pero todo esto en contacto con la Palabra y en oración. Lo segundo es producto de la indolencia hacia el estudio de la Palabra, irresponsabilidad, sin visión y falta de consideración hacia los que han de escucharle. El predicador irresponsable es el que siempre se para detrás del púlpito para predicar un sermón de última hora y no ha pasado tiempo en oración y en contacto con la Biblia para que el Espíritu Santo le revele y dé el mensaje. Esto es fatal.

Con esto no queremos decir tampoco, que en momentos precisos y como excepción de la regla, en momentos de necesidad, un predicador no pueda o deba hacerlo. Pero recuerde que la excepción no hace la regla. La Biblia merece la atención del predicador. Ella es la base del mensaje. El predicador que no toma tiempo para estudiarla a fondo y para extraer de ella las enseñanzas divinas, lo que predica son conceptos humanos cubiertos con un barniz de religiosidad. Si te llamas pastor, o evangelista o maestro, etc., y solo tienes tiempo para tus asuntos personales, si no te alcanza el tiempo para tu trabajo para Dios, es mejor que te dediques por entero a tus quehaceres, ya que de esa forma, antes mencionada, ni predicas bien ni prosperas en tus asuntos.

b) Mensajes leídos.- Hay predicadores que tienen mejor habilidad para leer un mensaje que para predicarlo extemporáneamente. En el siglo pasado se utilizaba mucho esta forma de predicar; sin embargo, el mensaje leído desde el púlpito tiende a ser un poco monótono, sin expresividad y vida. Este tipo de mensaje se adapta mas al ministerio radial.

c) Mensajes imprevistos.- La experiencia nos ha enseñado que a veces se nos ha solicitado que prediquemos en un lugar donde nos han tomado por sorpresa. Creo que la sorpresa puede ser posible, lo que no es posible es la falta de preparación para enfrentar las sorpresas. Creo que el predicador siempre debe estar preparado. Con las “seis balas” en el “revólver” para utilizarlas en caso de necesidad.

d) Mensaje extemporáneo bosquejado.- El mensaje extemporáneo guiado por un bosquejo bien hecho es la forma más práctica y dinámica de predicar. El bosquejo solo sirve de guía para el desarrollo de las ideas y da libertad al predicador y al Espíritu Santo para añadir, en el momento, lo que llegase a faltar. El bosquejo no ata al predicador, lo guía confiadamente al objetivo que se propone. El testimonio de la inmensa mayoría de los predicadores es que el bosquejo bien estudiado produce un sermón bien predicado.

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Acerca del Ministerio Luz y Verdad

Luz y Verdad es un ministerio transdenominacional de enseñanza bíblica y teológica, dirigido particularmente a las iglesias locales, con el objetivo de edificar a sus miembros y preparar a sus líderes.

El ministerio fue fundado a fines de la década del 90, por el pastor y misionero cubano Luis Enrique Llanes Serantes, su actual director. A lo largo de todos estos años, el pastor Llanes ha llevado las conferencias y seminarios Luz y Verdad a decenas de iglesias, en Argentina, particularmente en la región patagónica.

Además de las conferencias, talleres y seminarios, el ministerio cuenta con un sistema de estudios bíblicos, teológicos y ministeriales, en tres niveles, y el curso Alfa para nuevos convertidos. Los materiales de estudio usados en ellos, han sido escritos por el propio pastor Llanes, y son de distribución gratuita.

Luz y Verdad cuenta con presencia en Internet, a través de una red de blogs, en los que aparecen escritos y recursos de edificación para los creyentes en general, y los líderes cristianos en particular. El trabajo de edición corre a cargo de la hermana Alba Llanes, hija del pastor Llanes, la cual está radicada en California, Estados Unidos, y ha llevado hasta allí el Ministerio Internacional Luz y Verdad. La hermana Alba también aporta al ministerio, con sus escritos, sus conferencias, talleres y seminarios, así como con sus publicaciones personales por Internet.

Además de que el pastor Llanes es ministro ordenado de la Unión de las Asambleas de Dios, de Argentina, el Ministerio Internacional Luz y Verdad está avalado por COPLEM, el Consejo Pastoral de la ciudad de Puerto Madryn, provincia del Chubut, lugar donde tiene su sede actual.

Luz y Verdad mantiene la postura doctrinal propia de las Asambleas de Dios, en lo que atañe a los conceptos doctrinales fundamentales.